Y de repente entras, cierro los ojos y me hago la dormida. Estoy tumbada en el sillón y tu a mi lado con tu tibia voz que me reconforta. Con tus manos acaricias mi pelo y me hablas, me hablas de qué pensabas de “la niña tímida”, apodo que me dijiste una vez. Me acomodo abrazándome de tus rodillas y hago como que tengo uno de esos suspiros que se hacen cuando uno duerme. Siento que sonríes y sigues con tu cariño en mi pelo.
Quedémonos así, por favor, haz que el tiempo se detenga y quedémonos juntos. Despiértame y sigamos los dos en este día sureño como a mí me gusta, hagámonos un mate y sentémonos en la chimenea pero no te vayas, la distancia se nos hace eterna y te quiero aquí conmigo más tiempo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario