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No quiero un "buenos días princesa". No soy ninguna puta princesa jodidamente caprichosa a la que le tengan que dar todo hecho. Soy la que te espera en silencio; la que no está a tres metros sobre el cielo, sino en la otra punta del universo; la que si le dices ven se hace de rogar; la que no te va a seguir hasta el más allá; la que pasa del mundo; la que odia el rosa; la que a veces prefiere unas converses gastadas antes que unos pedazo de tacones de infarto; la que quiere un piercing; la de la sonrisa traviesa; la que odia las películas de miedo; la que antepone a sus amigas; la que se puede tirar la noche despierta escuchando música; a la que han jodido desde pequeña y la que no se va a tirar llorando 20 meses porque tú te vallas; la que no te va a pedir perdón porque tiene su orgullo. No soy la típica chica de cuento, pero eso no quita nada.