No quiero regalos. Me inventaré una alergia al chocolate, las flores y la gente arrodillada si es necesario, no quiero cajitas, arroz cayéndonos encima ni historias de naranjas mal cortadas. No quiero cepillos rosas en mi baño, ni violines, ni París ni Venecia, ni conocer tu ciudad ni a tus padres, no creo en castillos ni en princesas que necesiten besos para despertar, no quiero blandeces, no te adaptes a mí ni te erosiones con los choques, ni te enfades por la distancia de seguridad que querré de vez en cuando. Qué nuestras manos no encajen, qué mi hombro no te sea cómodo, qué odies cómo bailo, qué odies cómo escribo, qué te rías de cómo hago todo. No quiero saber el nombre de tus futuros hijos, ni que lleven mis apellidos y su padre lleve mi nombre.
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